En muchas empresas la red WiFi se configura una vez, cuando llega el proveedor de Internet, y después nadie vuelve a tocarla. El problema es que en esa red se apoya todo: los ordenadores del equipo, las impresoras, las videollamadas con clientes y, en muchos casos, el acceso a datos sensibles. He visto oficinas que trabajan con routers con la clave que venía de fábrica o con redes abiertas “temporalmente” que llevan meses sin cerrarse. Y esas pequeñas negligencias son las que suelen aprovechar los atacantes o, en el mejor de los casos, los vecinos curiosos.
La buena noticia es que no necesitas un máster en redes para blindar mínimamente el WiFi de tu oficina. Hay medidas muy simples que cualquier responsable puede aplicar y que marcan una gran diferencia.
Lo primero: contraseñas y accesos
Uno de los errores más frecuentes es mantener la contraseña que instala el proveedor. Son complejas en apariencia, pero suelen estar basadas en patrones fáciles de descifrar. Cambiar la clave del WiFi y la del panel de administración del router debería ser el primer paso. No vale con poner el nombre de la empresa o “wifi2024”: hablamos de una contraseña larga y única. Si quieres hacerlo de forma organizada, lo ideal es apoyarte en un gestor de contraseñas para empresas, así evitas que los empleados acaben apuntándola en un post-it en su mesa.
Cifra la red con lo que tengas disponible
Muchos routers ya permiten activar WPA3, que hoy es el estándar más seguro. Si no lo soporta, asegúrate al menos de usar WPA2 con AES. Evita cualquier protocolo anterior como WEP, porque literalmente cualquiera con un portátil puede romperlo en minutos. Aquí no hablamos de grandes configuraciones: normalmente basta con un par de clics en la pestaña de seguridad del router.
Una red para invitados, otra para trabajar
En oficinas pequeñas es muy común que, cuando llega un cliente, se le dé la misma clave que usan los empleados. Eso es abrir la puerta de par en par. No se trata de desconfiar de nadie, sino de separar espacios: la mayoría de routers permiten configurar una red de invitados en segundos. De ese modo, quien entre a la oficina podrá conectarse a Internet, pero nunca tendrá acceso a carpetas internas, impresoras o servidores.
El router no es eterno
Otro fallo que vemos en muchas pymes es tener routers sin actualizar desde hace años. Los fabricantes publican actualizaciones de firmware que corrigen vulnerabilidades conocidas. Si no las aplicas, tu WiFi queda expuesto. Aquí el consejo es claro: programa una revisión cada pocos meses para aplicar actualizaciones. Y, si el equipo es muy antiguo y ya no recibe parches, plantéate cambiarlo: es una inversión menor comparada con las consecuencias de un ataque.
Supervisa qué dispositivos se conectan
Un vistazo rápido al panel de tu router suele mostrar todos los equipos conectados. Es una buena práctica revisar de vez en cuando y comprobar que no haya dispositivos extraños. Si quieres ir un paso más allá, existen soluciones que permiten ver qué tráfico pasa por tu red y aplicar filtrado de tráfico y DNS, bloqueando accesos a webs maliciosas o conexiones sospechosas sin necesidad de ser un experto.
Educa al equipo
La seguridad técnica es fundamental, pero la operativa lo es aún más. De poco sirve activar WPA3 si un empleado comparte la clave del WiFi con un proveedor por WhatsApp. Unas simples pautas —no compartir la contraseña sin permiso, no conectar dispositivos personales sin autorización y avisar si detectan lentitud inusual— reducen mucho los riesgos. En este sentido, las mismas recomendaciones que aplican para proteger el teletrabajo son perfectamente válidas dentro de la oficina.
Complementa con otras capas de seguridad
El WiFi es solo una pieza más de la red corporativa. Si de verdad quieres dormir tranquilo, conviene combinarlo con medidas adicionales como un buen firewall y políticas de seguridad claras. Revisar opciones de firewalls para empresas o aplicar una seguridad por capas en tu pyme no es un lujo, sino una forma de asegurar continuidad y evitar sorpresas.
Conclusión
Asegurar el WiFi de la oficina no tiene por qué ser complicado ni caro. La clave está en no caer en la falsa confianza de que “nadie va a intentar entrar en nuestra red”. Los ataques automáticos buscan objetivos fáciles, y una empresa con contraseñas por defecto o routers sin actualizar lo es. Con pequeños ajustes —cambiar claves, activar WPA3, separar invitados y mantener actualizaciones— reduces enormemente los riesgos.
La experiencia nos dice que estas medidas simples suelen marcar la diferencia entre un incidente costoso y una red estable y segura.