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Política anti-phishing: qué es, cómo crearla y qué tener en cuenta

Ahora que con la IA los correos electrónicos falsos ya no contienen errores ortográficos ni remitentes sospechosos, el phishing se ha convertido en una amenaza silenciosa pero devastadora para cualquier organización. Ya no se trata de “si” os intentarán engañar, sino de “cuándo”, y más importante aún, “cómo reaccionará vuestra empresa”.

Disponer de una política anti-phishing no es un mero trámite documental. Es una herramienta estratégica que determina cómo se comportarán vuestros empleados ante una suplantación sofisticada, cómo se detectarán anomalías a tiempo y qué impacto real tendrá una amenaza que, si no se controla, puede comprometer desde accesos internos hasta la confianza de vuestros clientes.

Qué es una política anti-phishing

Una política anti-phishing es un conjunto de normas, procedimientos y buenas prácticas diseñadas para prevenir, detectar y responder ante intentos de phishing en una organización. No se trata solo de formar al personal o bloquear correos sospechosos, sino de crear un marco integral que abarque:

  • Formación continua y concienciación del personal.
  • Procedimientos de verificación de comunicaciones.
  • Herramientas de filtrado y monitorización.
  • Protocolos de actuación ante intentos o incidentes.

Su función principal es minimizar el riesgo de que los empleados sean engañados mediante correos, mensajes o llamadas falsificadas que buscan obtener información sensible, credenciales de acceso o instalar malware.

Por qué es imprescindible para empresas

Las técnicas de phishing han evolucionado mucho. Hoy ya no hablamos solo de correos mal escritos y enlaces sospechosos. Las nuevas formas incluyen:

  • Phishing con IA generativa: textos hiperpersonalizados, sin errores y difíciles de detectar.
  • Deepfakes de voz o vídeo: donde un supuesto directivo pide transferencias urgentes o datos críticos.
  • Suplantación en redes sociales o plataformas de colaboración.
  • Ataques a través de SMS (smishing) o llamadas (vishing).

Ignorar esta amenaza puede llevar a consecuencias tan severas como una violación de datos, infección por ransomware, sanciones por incumplimiento del RGPD o daño irreparable a la reputación.

Cómo empezar a diseñarla: pasos que funcionan

Antes de redactar nada, el primer paso debe ser siempre entender vuestro punto de partida. ¿Cuántos intentos de phishing habéis detectado el último trimestre? ¿Cuántos habéis bloqueado? ¿Y cuántos han llegado a usuarios finales? ¿Se han producido clics? ¿Se ha reportado alguno?

Muchas empresas nos contactan tras una falsa sensación de seguridad. «Tenemos antivirus y firewalls, estamos cubiertos», nos dicen. Pero cuando auditamos, descubrimos que nadie ha recibido formación, los correos de phishing se abren sin sospecha y, peor aún, no existe ningún canal interno para reportarlos.

Una buena política anti-phishing empieza aquí: con una evaluación realista del nivel de exposición y madurez. A partir de ahí, sí tiene sentido avanzar en la redacción y despliegue de medidas.

Qué debe contener una política anti-phishing eficaz

Una política útil no es un PDF olvidado en la intranet. Es un protocolo que se integra en el día a día de la empresa y que se aplica tanto presencial como en remoto desde casa o en movilidad desde el móvil del comercial.

Estos son los elementos mínimos que recomendamos incluir:

1. Alcance y aplicación realista

La política debe dejar claro a quién afecta (empleados, colaboradores, proveedores con acceso a sistemas), en qué situaciones se aplica (correo, mensajería, apps SaaS, redes sociales corporativas) y qué herramientas y canales se utilizan.

En empresas con trabajadores remotos o híbridos, recomendamos revisar también las mejores prácticas de ciberseguridad en el teletrabajo.

2. Qué comportamientos se esperan del personal

Aquí es donde hay que ser muy claro y realista. No vale con decir “no abrir correos sospechosos”. Hay que indicar exactamente qué hacer y qué no:

  • No abrir archivos adjuntos sin confirmar el remitente, incluso si parece conocido.
  • Verificar siempre las URLs antes de introducir credenciales.
  • Desconfiar de peticiones urgentes, especialmente si vienen de “superiores” o “proveedores”.
  • No compartir claves ni aceptar instrucciones de cambio de cuenta bancaria por email.
  • Reportar cualquier duda, incluso si no se está seguro de si es un ataque real.

Este punto debe ir alineado con una política de contraseñas robusta, porque muchas veces el phishing busca precisamente robar esas credenciales.

3. Qué herramientas refuerzan la política

Una buena política se apoya en tecnología. Eso implica disponer de:

  • Filtros antiphishing y antispam avanzados.
  • Herramientas SIEM que detecten accesos anómalos o patrones inusuales.
  • Autenticación multifactor (imprescindible). Aquí puedes ver nuestra comparativa de MFA para empresas.
  • Sistemas de gestión de dispositivos (MDM), sobre todo si se permite el uso de móviles o portátiles personales. Consulta qué es MDM y cómo aplicarlo.

4. Qué hacer cuando el ataque ocurre

Toda política debe incluir un plan de respuesta claro. No basta con decir “informa al departamento de IT”. Hay que definir:

  • A quién se reporta (correo, teléfono, sistema de tickets).
  • Qué datos se deben incluir al reportar.
  • Qué hacer con el correo sospechoso (reenvío, captura de pantalla, bloqueo).
  • Cómo actuar si se ha hecho clic o introducido credenciales.
  • Cuál es el protocolo de contención (aislar el equipo, revocar accesos, etc.).
  • Cómo y cuándo se informa al cliente o al regulador, en caso de fuga.

En este punto, os recomendamos complementar la política con un plan de contingencia y continuidad de negocio, porque muchas veces un ataque exitoso afecta más allá del ámbito informático.

5. Formación continua (no una vez al año)

El error más común que vemos en auditorías es la formación única o puntual. Una política anti-phishing eficaz necesita campañas regulares, simulacros internos, recordatorios, newsletters, incluso gamificación.

Las empresas que consiguen reducir la tasa de clics en phishing son las que integran esta formación en la cultura organizativa, no las que envían un PowerPoint en marzo.

6. Seguimiento y actualización

La política debe revisarse al menos una vez al año, o después de un incidente. La realidad cambia: nuevas herramientas, nuevas amenazas, cambios en la plantilla. Todo eso requiere ajustes. Además, conviene registrar métricas: número de simulacros, detección de intentos reales, tiempos de respuesta, etc.

Conclusión: si el phishing cambia, vuestra política también debe hacerlo

Los ataques de suplantación no van a desaparecer. Pero las empresas que desarrollan una política coherente, que forma al equipo, implementa controles y responde de forma rápida, logran contenerlos y minimizar el impacto. Y lo más importante: fortalecen la confianza interna y externa.

Desde Nimbus Tech, ayudamos a redactar, implantar y revisar políticas anti-phishing adaptadas a vuestro tamaño, sector y nivel de madurez digital. No ofrecemos plantillas vacías, sino soluciones que se aplican y funcionan en entornos reales.

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